El agua residual no es más que aquella que se produce después de actividades domésticas, industriales, comerciales, agrícolas o cualquier otra actividad realizada por humanos. Al ser el resultado de distintas actividades, es normal que contengan otras sustancias químicas o materia orgánica. Se ha normalizado en la sociedad que el proceso termine allí y el agua se vaya al desagüe ¿Lavaste los platos sucios? ¿Tomaste una ducha? Esa agua que cae por el drenaje es agua residual, que debe ser desechada. Sin embargo, si se somete a otro proceso, es posible convertir en un recurso eso que creemos es un desperdicio.
Si no sabes lo que son las aguas residuales tratadas, cómo se obtienen y cómo pueden transformar hasta la economía de una región, sigue leyendo que te lo explicamos todo; incluso cómo tener un biodigestor Rotoplas puede contribuir a este proceso.
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De problema a recurso
Según la UNESCO el 80% del agua residual se regresa al medio ambiente sin haber recibido ningún tipo de tratamiento. Esto es un grave problema, pues contamina otros cuerpos de agua, lo que además de provocar mal olor, causa desequilibrios biológicos, eutrofización, enfermedades en las personas que residen cerca, afectaciones a los animales que viven y beben el agua, entre otras tantas consecuencias negativas. Sin embargo, algunos países han logrado revertir la situación tratando las aguas residuales y convirtiéndolas en una fuente sostenible de agua, energía y otros recursos.
Reutilizar las aguas residuales es una forma de contribuir a la verdadera sostenibilidad, además no sólo se convierten en una forma adecuada de aprovechar los recursos hídricos sino que se gestionan de forma más eficiente el medio ambiente. Y es que, en vez de usar agua potable para regar parques y jardines, se puede usar aguas residuales tratadas. Algunos usos para las aguas residuales tratadas son:
– Riego de jardines y parques, además de campos de golf, cementerios y otros,
– Riego agrícola.
– Riegos de zonas verdes
– Apagar incendios
– Sanitarios
– Refrigeración y aire acondicionado
– Lavado de autos
– Lavado de calles
– Usos industriales (calderas, aires acondicionados, etc)
– Recargas de acuíferos
– Construcción
En un informe hecho por el Banco Mundial se habla de casos de éxito en Latinoamérica, en los que el uso de aguas residuales tratadas se ha convertido en un beneficio real para diversas comunidades. Por ejemplo, en México se usó para impulsar la central Eléctrica San Luis potosí. Esto hizo que los costos del agua se redujeran en un 33%. En Cusco, Perú, una planta de tratamiento de aguas residuales ahorra más 200 mil dólares al año por biosólidos que se emplean para producir compost. Existen varios ejemplos que reafirman que el agua residual más que un desecho, puede convertirse en un ingreso extra, siempre y cuando se trate de forma adecuada para su uso.
Cómo tratar las aguas residuales
El tratamiento de aguas residuales debe cumplir ciertos estándares si queremos emplearlas para ciertas tareas. Esto es necesario si se quiere reutilizar en algunas tareas. Por ejemplo, si se quiere usar para el riego agrícola es necesario que la calidad del agua alcance un contenido microbiológico mínimo, porque ciertas bacterias y virus puede presentar problemas higiénicos y transmitir ciertas enfermedades.
El tratamiento de las aguas residuales debería ser balanceado y lo más natural posible. Esto es porque no hay un protocolo claro respecto a esto y se suele decidir el grado de tratamiento según los usos que se le darán a estas aguas. Hay quienes afirman que el agua debe tratarse poco y de forma que no se altere el equilibrio biológico de acuíferos naturales, mientras que hay quienes opinan que entre más tratada, mejor aún cuando esto signifique añadir elementos como el cloro, que pueden causar desequilibrios en ambientes naturales al eliminar las bacterias que se encargan de degradar los residuos orgánicos.
Biodigestor Autolimpiable: una solución integral
Tratar de ver el tema de las aguas residuales tratadas desde una perspectiva macro es sencillo, en la medida en que recaería sobre el estado todo lo necesario para iniciar y controlar el proceso. Pero, ¿qué sucede cuando queremos gestionar las aguas servidas en casa? En un nivel local existen diversas formas de aproximarse a esto, sobre todo si se está en un espacio rural o alejado del sistema de acueductos de la ciudad.
Hay quienes optan por construcciones engorrosas como pozos ciegos o fosas sépticas. La verdad es que no sólo son excesivamente costosas, requieren más tiempo, materiales y personal para construirse, sino que no hacen un trabajo eficiente tratando el agua antes de devolverla al ambiente y requieren mantenimiento profesional. Por estas razones, vamos a dejar estos métodos aparte. Para quienes desean comenzar a trabajar de forma local con aguas residuales tratadas, la opción más simple es instalar un biodigestor autolimpiable.
¿Qué es un biodigestor?
Un biodigestor es un equipo para el tratamiento de aguas residuales. Lo que a simple vista parece un tanque, en realidad es un sistema que se encargará de recibir las aguas grises y negras, descompondrá los desechos presentes y descargará el agua tratada al suelo, a través de un pozo de infiltración. El biodigestor no requiere químicos, electricidad ni nada similar para hacer su trabajo. El tratamiento ocurre gracias un dispositivo de acondicionamiento de agua anaerobio interno, que ejecuta el proceso de forma autónoma, ecológica y natural.
Al ser autolimpiable, sólo requiere abrir la válvula de lodos 1 o 2 veces al año para drenar. Estos lodos pueden usarse para abonar plantas, mientras que las aguas residuales tratadas regresarán a engrosar las napas freáticas o regresarán al ambiente sin contaminar.
El biodigestor puede instalarse de forma independiente o como apoyo para zonas en las que el sistema de acueductos esté saturado. Es una solución integral para quienes no cuentan con comunicación a un sistema de alcantarillado.