Según la Gobernanza del agua en Argentina, la principal causa de contaminación en el agua es la descarga de aguas grises sin tratar, tanto domésticas como industriales. La falta de plantas de tratamiento de aguas residuales y de otros medios alternativos profundizan el problema de la calidad de las fuentes de agua, lo que se convierte en una amenaza real para el estado de la seguridad hídrica del país. Si bien este es un problema de estado, es posible ser parte de la solución gracias a los biodigestores Autolimpiables Rotoplas y otros mecanismos de tratamiento.
El impacto de las aguas residuales
– Liberación de nitrógeno
Un nuevo modelo científico ha logrado rastrear el destino de diversos desechos humanos. Todos los alimentos que consumimos, los medicamentos, todos nuestros desechos biológicos tienen un destino final y según este estudio, el panorama es desalentador. Se han mapeado unas 135 mil cuencas hidrográficas en el planeta y sólo 25 de estas representan la entrada de nitrógeno al océano.
El problema con el nitrógeno es que este elemento causa el crecimiento de algas tóxicas, eutrofización, muerte de corales, hipoxia, dando como consecuencia que la vida marina sea más vulnerable y reduce los ecosistemas marinos. El crecimiento elevado de algas consume todo el oxígeno de la aguas, causando que la vida marina muera. Como si fuera poco, también producen óxido nitroso, un gas invernadero más potente que el dióxido de carbono, lo que contribuye al calentamiento global.
– Contaminación fecal
Hay una gran presencia de organismos patógenos, provenientes de la materia fecal. Esto hace que se encuentren bacterias entéricas, que producen enfermedades hídricas como la fiebre tifoidea, cólera, disentería, entre otras. También se detectan presencias de virus que producen afecciones como la hepatitis y poliomelitis, además de microorganismos que producen amebiasis, esquistosomiasis, entre otras tantas.
Estas bacterias pasan a las aguas que se consumen, causando enfermedades en comunidades expuestas, además, al emplearse como agua de riego para plantas de consumo humano, puede causar epidemias de amebiasis y propagar virus y bacterias a través de los alimentos. Esto no es trivial, pues según la OMS, las enfermedades hídricas causan muertes en 485 mil personas al año.
– Contaminantes de preocupación emergente
Cuando una persona consume medicamentos, residuos de estos se elimina a través de los desechos y estos van a parar a las aguas residuales. El gran problema es que las plantas de tratamiento tradicionales no pueden degradarlos o eliminarlos, por lo que pueden pasar al agua que se consume. Dentro de estos contaminantes de preocupación emergentes están productos farmacéuticos, como antibióticos, anticonceptivos, analgésicos, hormonas, analgésicos, entre otros además de sustancias como productos de cuidado personal, plaguicidas y retardantes de llama, entre muchos otros.
Estos contaminantes pueden ser ingeridos por animales y personas, por lo que pueden interferir con el metabolismo y hormonas. De hecho, se ha observado en organismos acuáticos disrupciones hormonales y otros problemas ocasionados por estos. Asimismo, se habla de la resistencia a los antimicrobianos por la exposición excesiva a los antibióticos residuales presentes en el agua.
¿Y las plantas de tratamiento municipales?
Según la Gobernanza del Agua en Argentina, en 2015 sólo se recolectó el 58% de las aguas residuales, de las que se trataron sólo entre el 15 y el 20%; pero en 2018 esta cifra pasó a sólo el 36%. Esto es un gran problema, porque el resto de las aguas residuales se vierten a la naturaleza sin tratar.
Esta es una crisis mundial. Según la ONU, en el mundo se liberaban hasta el 80% de las aguas servidas sin tratar. Se creía que este era un problema exclusivo de las áreas rurales, cuando la verdad es que las plantas de tratamiento municipales no garantizan una eliminación adecuada de los desechos. Esto ocurre porque las plantas son anticuadas y no eliminan una gran cantidad de contaminantes.
Muchas plantas de tratamiento, sobre todo las construidas a principios del siglo XX, funcionan recibiendo las aguas pluviales además de los desechos humanos. Por esta causa, cuando hay lluvias abundantes, se desbordan las plantas de tratamiento y se desvían las aguas sin tratar a ríos o al mar.
Biodigestores, el primer paso de tratamiento
Es sencillo sentirse desanimado cuando se trata de evaluar el panorama de la contaminación y el impacto ambiental causado por las aguas residuales sin tratar. Sin embargo, existe la posibilidad de intervenir en el proceso de tratamiento de aguas grises de forma independiente, gracias a los biodigestores autolimpiables de Rotoplas.
El biodigestor es un equipo para el tratamiento primario de aguas servidas, que permite su descarga segura a un pozo de absorción o drenaje. Emplea un filtro anaerobio interno, que degrada los elementos de desecho. No requiere electricidad ni ningún producto químico para el tratamiento del agua, por lo que es una alternativa autosustentable y ecológica.
Al estar elaborado en una sola pieza de HDPE (polietileno de alta densidad) se garantiza su durabilidad y hermetismo. Evitará fugas y malos olores, además de ser resistente a la corrosión. Una de las grandes ventajas del biodigestor es que no requiere mantenimiento especializado, pues es posible hacer su limpieza abriendo una válvula para extraer los lodos residuales. Un proceso sencillo, que no necesita maquinaria especializada o electro mecánica.
La instalación de un biodigestor puede hacer una gran diferencia en una comunidad, pues se dejarán de vertir los desechos en la naturaleza directamente. Asimismo, en el caso de la existencia de redes municipales, la instalación de un biodigestor previene y ayuda con el problema de la contaminación de aguas residuales. Parece poco, pero es el primer paso para encontrar soluciones sostenibles y reales. Un biodigestor es el complemento perfecto para tu vivienda.