Nuestro país cuenta con una rica diversidad de recursos hídricos, pero esto no nos exime de enfrentar desafíos crecientes: el cambio climático está alterando drásticamente la situación hídrica del país, provoca sequías cada vez más frecuentes en regiones históricamente abundantes en agua y, paradójicamente, inundaciones más severas en zonas áridas.
La falta de agua, la contaminación de fuentes hídricas y la creciente demanda ejercen una presión significativa sobre estos recursos, lo que subraya la necesidad de una gestión sostenible y un cuidado responsable. Somos nosotros los encargados de involucrarnos en la creación de cualquier estrategia orientada a cuidar del agua.
La importancia del cuidado del agua
En Argentina, una parte considerable de la población aún carece de acceso a servicios básicos de agua potable y saneamiento. En los suburbios de Buenos Aires, por ejemplo, millones de personas no están conectadas a la red de agua corriente ni a las cloacas.
La contaminación del agua es otro problema grave, originado en fuentes industriales, agrícolas y urbanas.
Además, la eutrofización, causada por la sobrecarga de nutrientes provenientes de diversas actividades, afecta a numerosos lagos y embalses, generando problemas como la proliferación de algas nocivas.
El estrés hídrico y la creciente frecuencia de sequías, exacerbados por el cambio climático, son otra preocupación importante. Un porcentaje considerable de argentinos ya ha experimentado escasez de agua.
La variabilidad climática está impactando la disponibilidad de agua potable en toda la región.
Las sequías recientes han provocado pérdidas sustanciales en la producción agrícola y han afectado negativamente la economía nacional; pues gracias a esta ha disminuido el rendimiento de los cultivos y la producción ganadera, lo que ha generado pérdidas económicas significativas e inseguridad alimentaria.
Ejemplo de esto es que se han reducido a la mitad las cosechas anuales de trigo y soja en Argentina, lo que se espera que conduzca a déficits de exportación considerables.
Se estima que las pérdidas por sequía podrían representar un porcentaje considerable del PIB de Argentina para el año 2050. Las inundaciones también causan pérdidas anuales sustanciales en activos y bienestar.
Además, la contaminación del agua tiene un impacto directo en la salud humana, causando diversos problemas que van desde erupciones cutáneas e infecciones gastrointestinales hasta enfermedades respiratorias y exposición a sustancias tóxicas como el arsénico y metales pesados.
Las enfermedades diarreicas, a menudo transmitidas por el consumo de agua no segura, son una de las principales causas de mortalidad infantil. Y esto es apenas una pequeña muestra de lo que sucederá si no se atiende de forma urgente la necesidad de mejorar la infraestructura y políticas relacionadas al agua en el país.
Si bien esto corresponde a los entes gubernamentales, nosotros como ciudadanos podemos involucrarnos en estos cambios imprescindibles. El esfuerzo debe ser colectivo y debe incluir a todos los sectores.
5 claves para proteger los recursos hídricos
1. Promover el uso eficiente del agua en el hogar
Cada individuo puede marcar una diferencia significativa en la conservación del agua adoptando hábitos y utilizando tecnologías eficientes en el hogar y en sus actividades cotidianas.
Esto incluye acciones simples como reparar las fugas en grifos y tuberías, utilizar electrodomésticos de bajo consumo de agua, tomar duchas más cortas y regar las plantas de manera eficiente, considerando la posibilidad de recolectar agua de lluvia para estos usos en un tanque de almacenamiento.
El consumo per cápita en Argentina es tan alto, que incluso pequeños cambios en los hábitos individuales pueden generar un impacto colectivo considerable.
2. Apoyar prácticas agrícolas sostenibles que minimicen el consumo y la contaminación
La agricultura es el mayor consumidor de agua a nivel mundial, y en Argentina no es la excepción. Por otra parte, las prácticas agrícolas pueden ser una fuente importante de contaminación del agua a través del uso de agroquímicos y el escurrimiento de nutrientes. Es por esto que apoyar prácticas agrícolas sostenibles es crucial para proteger los recursos hídricos.
Algunas de estas prácticas pueden ser la adopción de técnicas de riego eficientes, la implementación de la rotación de cultivos y la siembra directa (que reduce la erosión y mejora la retención de agua en el suelo) además de la reducción del uso de agroquímicos.
3. Mejorar el tratamiento de aguas residuales y reducir las descargas industriales
Una proporción significativa de las aguas residuales en Argentina no recibe tratamiento adecuado antes de ser descargada a los cuerpos de agua. Esto, sumado a las descargas industriales sin control, genera una grave contaminación.
Es fundamental invertir en la mejora y expansión de las plantas de tratamiento de aguas residuales.
Asimismo, se requiere una aplicación más estricta de las regulaciones ambientales sobre las descargas de residuos en las industrias. También es posible el uso de biodigestores Rotoplas en zonas en las que no es posible conectarse o crear una red de acueductos.
4. Conservar y restaurar ecosistemas naturales
Los ecosistemas naturales como los humedales, los bosques y las llanuras aluviales desempeñan un papel vital en el ciclo del agua y en el mantenimiento de su calidad.
Los humedales actúan como esponjas naturales, absorbiendo y filtrando el agua, mientras que los bosques ayudan a regular el flujo del agua y previenen la erosión del suelo.
Estos ecosistemas se encuentran amenazados en Argentina por la deforestación y la degradación. Los esfuerzos de conservación y los proyectos de restauración son esenciales.
5. Fomentar la gestión responsable del agua y la participación comunitaria
La gestión eficaz del agua a todos los niveles es fundamental. En nuestro país la política hídrica está descentralizada, lo que requiere una mejor coordinación entre las autoridades nacionales y provinciales.
Existen desafíos relacionados con un marco regulatorio incompleto y una capacidad limitada en la gestión del agua. La participación de la comunidad en la gestión y conservación del agua es crucial.