¿Qué se entiende por siembra indirecta?

La siembra indirecta es un método que consiste en sembrar las semillas en un sitio distinto del que luego serán cultivadas y cosechadas. Generalmente, las semillas se depositan en un almácigo o semillero y una vez desarrolladas se trasladan a su ubicación final. A continuación te explicamos los beneficios de este tipo de siembra y cómo hacerlo paso por paso.


¿Qué es la siembra indirecta?

También conocida como “trasplante”, la siembra indirecta es una técnica muy eficaz para las especies que precisan cuidados particulares durante sus primeras etapas de crecimiento. Como te contábamos, en la siembra indirecta las semillas se siembran y se conservan en un contenedor específicamente acondicionado. Cuando las plántulas logran la madurez adecuada, se realiza el trasplante al terreno donde finalmente crecerán como plantas adultas.

Principales características de la siembra indirecta:

  • Es una técnica provisional, ya que las plántulas siempre son transportadas a otro lugar para su cultivo y cosecha.
  • La siembra indirecta es muy frecuente para la producción de verduras como la lechuga, la acelga, el brócoli, el coliflor, la cebolla o la berenjena. También en frutas como el tomate o ciertas variedades de frutillas.
  • Normalmente se siembra en lugares cubiertos para que las semillas puedan resistir mejor a condiciones ambientales adversas.

En los semilleros o almácigos, las semillas no guardan una distancia real ya que lo que importa en la primera etapa es la profundidad y los cuidados de la plantación. Se busca crear las condiciones perfectas de humedad, luz y temperatura para la protección de las semillas. 

¿Cuáles son los beneficios de la siembra indirecta?

La siembra indirecta permite un mayor control de las condiciones de crecimiento de la planta, optimizar el uso del espacio y prevenir plagas y enfermedades. Así mismo, disminuye la necesidad de usar agroquímicos y genera un importante ahorro económico. Aquí te contamos más sobre estas ventajas:

Más control de las condiciones de crecimiento

La siembra indirecta es fantástica para proteger aquellas especies con mayor sensibilidad a factores ambientales externos. Gracias a este método es posible controlar condiciones determinantes para el desarrollo adecuado de la planta, como la temperatura ambiental, la humedad o la luz. Esto aumenta notablemente el éxito de la germinación. Sumado a eso, con la siembra indirecta se pueden evitar fenómenos climáticos negativos como los vientos fuertes o las heladas.

Mayor aprovechamiento del espacio

Este tipo de siembra es una excelente opción para contrarrestar las limitaciones de espacio y sembrar en espacios reducidos. Mediante esta técnica es posible sembrar una gran cantidad de semillas aún en un ambiente pequeño. De igual manera, es muy conveniente para probar diversas plantaciones en zonas reducidas.

Prevención de plagas y enfermedades

Otra de las grandes ventajas de la siembra indirecta es que aminora el peligro de plagas y enfermedades en la plantación. Por un lado, es posible atacar rápidamente cualquier brote y evitar la expansión generalizada. Por otra parte, las semillas están más a resguardo de insectos y hongos presentes directamente en el suelo.

Disminución del uso de insecticidas y otros productos químicos

Al reducirse el riesgo de plagas también disminuye la necesidad de uso de pesticidas, insecticidas, fungicidas y otros productos químicos similares. Es importante recordar que el uso de agroquímicos es altamente contaminante y también demanda una inversión económica significativa.

Ahorro económico

Además de ahorrar dinero en agroquímicos, la siembra indirecta contribuye a ahorrar en la inversión inicial en semillas. ¿De qué manera? Creando las condiciones adecuadas, aumenta la tasa de supervivencia de las plántulas y se necesitan menos semillas para lograr la producción deseada. Esto es muy importante sobre todo cuando se trata de semillas generalmente caras, como las del tomate o la zanahoria. 

Extensión de la temporada de cultivo

La siembra indirecta también permite extender la temporada de cultivo y por lo tanto aumentar la producción. Con esta técnica se pueden crear las condiciones adecuadas para la germinación sin importar la estación del año. 

¿Cómo se realiza la siembra indirecta paso por paso?  

La siembra indirecta es un método es muy sencillo y solo requiere de 4 pasos para su realización:

1- Preparación del contenedor

El primer paso es preparar el contenedor donde se van a depositar las semillas. Generalmente es un semillero o un almácigo, pero también se pueden utilizar macetas o bandejas. Una vez elegido el contenedor hay que llenarlo con el sustrato indicado para la germinación de las semillas (tierra, turba, compost, etc) y humedecerlo.

2- Siembra inicial

Después de preparar el contenedor, es tiempo de sembrar. Para hacerlo es importante considerar las necesidades específicas de cada tipo de semilla y cubrirlas ligeramente con el sustrato.

3- Desarrollo y cuidado de las plántulas

Realizada la siembra, recordá controlar regularmente que las condiciones del entorno sean adecuadas para la germinación. Es importante mantener el contenedor en un ambiente cálido, con la luz y humedad adecuadas para cada especie. También es importante que haya buena ventilación y regar regularmente.

4- Trasplante

Finalmente, cuando las plántulas alcanzan la madurez adecuada, es momento de trasplantarlas a su ubicación final. Allí terminarán de crecer hasta ser cosechadas. Para este paso es fundamental preparar correctamente la tierra (abonar, quitar malezas, etc) y realizar el traspaso con mucho cuidado.

¿Cuáles son las diferencias entre siembra directa e indirecta y de qué depende el método de siembra?

A diferencia de la siembra indirecta, en la siembra directa la semilla se coloca directamente en su lugar definitivo. Para esto es importante que el suelo cuente con las condiciones adecuadas de temperatura y humedad, y esté correctamente abonado y esponjado para recibir las semillas.

Para determinar qué método de siembra es el más oportuno hay que analizar varios factores:

  • Tamaño de la semilla y tamaño final de la planta o cosecha.
  • Necesidades térmicas y de humedad para la germinación y desarrollo de la planta.
  • Nivel de propensión a plagas.
  • Tipo de cultivo (selectivo o intensivo).

En conclusión, una vez que se tienen en claro estos factores, es posible determinar si conviene la siembra indirecta o la siembra directa. Cada método tiene sus ventajas y desventajas, por lo que es importante informarse al detalle antes de tomar una decisión.

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