Pocas veces nos detenemos a pensar en el gran privilegio que supone contar con un suministro de agua potable en el hogar. Según las cifras proporcionadas por
AySA, en Argentina el 20% de la población no cuenta con un servicio constante y confiable de agua, mientras que casi el 50% no tiene acceso a servicios de saneamiento. Esto trae consigo graves consecuencias a nivel sanitario y un gran impacto a nivel medioambiental. El consumo responsable dentro del hogar puede ser parte del esfuerzo para contrarrestar la amenaza de la escasez hídrica.
La importancia de cuidar el agua
Si bien en las regiones urbanas el suministro de agua es regular y efectivo, no todas las personas en el país pueden disfrutar de este beneficio. En zonas rurales, como Formosa y Chaco, las personas deben hacer recorridos de hasta 6 horas para obtener agua potable, mientras que en otras provincias se desperdicia. Se calcula que el consumo promedio per capita en todo el país es de unos 180 litros, pero en Buenos Aires cada persona puede gastar casi 600 litros. Esto es un derroche, un exceso caprichoso que nos pasa factura a nivel regional y mundial.
El ciclo urbano del agua, que permite que llegue de forma directa a tu hogar, implica una serie de etapas que van desde la captación en su fuente natural, tratamientos para potabilizarla, almacenamiento, distribución y luego un sistema de alcantarillado que la transporta, depura y retorna al medio natural. Este sistema tiene un elevado costo energético y medioambiental, además de materias primas y recursos humanos, que pagaremos con creces en un futuro a menos que modifiquemos nuestros hábitos.
Si bien es cierto que la mayor parte del consumo de agua recae en la industria y en la agricultura, es imperativo modificar los hábitos de consumo residenciales, pues esto puede tener un gran impacto en la cantidad de agua que se utiliza y la forma en que se distribuye este recurso.
Usar menos agua no sólo implica una reducción en la factura mensual del servicio, sino que también implica reducir el consumo energético de forma indirecta; pues el proceso mediante el cual se limpian las aguas grises requiere grandes cantidades de energía. Asimismo, se reduce la contaminación relacionada al desecho de aguas negras sin sanear en el mar u otros cuerpos de agua.
Cómo puedes cuidar el agua en tu hogar: 4 claves
1. Modifica tus hábitos cotidianos
Hacer pequeñas modificaciones en la forma en que haces las actividades cotidianas en las que utilizas agua puede hacer una gran diferencia. Algunos cambios que puedes hacer son acortar la duración de las duchas, cerrar la llave cuando estás utilizando el jabón y evitar usar la lavadora con muy poca carga. En el jardín, procura regar las plantas usando regadera o cubetas en vez de la manguera. Hazlo al atardecer, para que los rayos del sol no evaporen el agua tan rápido. Asimismo, utiliza cubetas en vez de mangueras para lavar el auto o bañar a las mascotas.
Otro aspecto fundamental está en la educación de tu familia y allegados. Los niños pueden adquirir estas costumbres con rapidez, pero también es necesario compartir este conocimiento con las personas mayores. Estos son los que suelen mostrarse un poco reacios a cambiar sus hábitos, pero es posible hacerlos conscientes de la importancia de ahorrar el agua.
2. Reduce tu consumo de carnes y lácteos
El mayor consumidor de agua en el mundo no es el ser humano, sino la industria agrícola. Y no, no es sólo el cultivo de los alimentos que consumimos, sino que la inmensa mayoría del agua se utiliza para regar los campos donde se cultiva la comida para el consumo del ganado. Si logramos disminuir la demanda de carnes rojas y lácteos, la industria disminuirá el consumo de recursos como el agua.
Este consejo es un poco controversial, sobre todo porque nuestra cultura está muy ligada al desarrollo ganadero y la gastronomía típica gira en torno a las carnes rojas, pero es necesario hacer el esfuerzo y tendrá un gran impacto a nivel mundial. No hace falta hacerse vegano, con dejar de comer carne algunos días en la semana y sustituirlos por otras proteínas, será suficiente.
3. Utiliza formas de almacenamiento eficientes
Si vives en una zona en la que no hay un suministro constante de agua potable, contar con soluciones de almacenamiento efectivas y seguras, que mantengan el agua libre de contaminantes por más tiempo, es una forma de cuidar el agua que consumes y proteger tu salud.
Busca tanques de almacenamiento ligeros y resistentes, elaborados con diseños, tecnología y materiales de última generación como los
Tanques Rotoplas. No sólo se inhibirá el crecimiento bacterial, sino que evitarás desperdiciarla con roturas o fisuras.
4. Recicla y reutiliza
Puedes reutilizar el agua en casa de forma sencilla; por ejemplo, si lavaste unas verduras, puedes usar esa agua para regar tus plantas. Aunque este precepto tiene mayor impacto si lo aplicas en todos los ámbitos de consumo. Para producir cualquier bien, desde una servilleta de papel hasta un tomate, se invierte una serie de recursos incluyendo agua y energía. Cada vez que reutilizas cualquier objeto, estás reduciendo la demanda y producción innecesaria de bienes. Parece pequeño, pero estás dejando una huella positiva en el ambiente.