¿Por qué variar el método de siembra?
La siembra es uno de los momentos más importantes para tener una buena cosecha. Elegir el método de siembra adecuado nos ayudará a que las semillas puedan desarrollarse correctamente y que nuestros cultivos aumenten su productividad. Además, es fundamental para disminuir los desperdicios y reducir nuestra inversión inicial.
¿Cuáles son los distintos métodos de siembra?
Podemos separar la siembra en dos grandes grupos: siembra directa y siembra indirecta. Veamos las características de cada método:
Siembra directa
En la siembra directa la semilla se sitúa directamente sobre su emplazamiento definitivo. Es recomendable para semillas de mayor tamaño, por ejemplo sandía o calabaza. Así mismo, es la ideal para cultivos extensivos tales como los cereales. Entre los grandes beneficios de la siembra directa podemos destacar que aumenta el rendimiento de los cultivos y a la vez precisa menos mano de obra.
Para la siembra directa necesitamos que el suelo tenga determinadas condiciones de temperatura y humedad. Además, debemos prepararlo -abonar y esponjar- para que esté listo para recibir semillas. Hay 4 tipos de siembra directa:
- Siembra al voleo: este método se basa en esparcir las semillas en nuestro terreno al azar. Por lo general se suele hacer con la mano, aunque se intenta que la dispersión sea lo más uniforme posible. Una vez que esparcimos las semillas, te recomendamos cubrirlas con una capa de tierra y hacer una pequeña presión para asegurarnos que no se muevan con el viento o con la lluvia. Recomendada para: zanahorias, nabos, rábanos o perejil.
- Siembra de precisión: habitualmente se realiza con máquinas que están calibradas para depositar la semilla a una distancia determinada según la configuración. Aquí la máquina realiza todo el trabajo, desde la apertura del surco hasta el tapado. Con este tipo de siembra cada planta tendrá el espacio suficiente para crecer con comodidad. Se puede usar para semillas pequeñas y medias. Recomendada para: ejemplo: acelga, remolachas, maíz, lechuga.
- Siembra en hoyos: consiste en armar pequeños hoyos en el terreno que tenemos disponible, siguiendo una línea recta. Para hacerlo bien se suele utilizar una azada o un plantador para hacer los agujeros. A partir de ahí se colocan las semillas y luego se tapan. Lo más común es utilizar este método para las semillas grandes. Recomendado para: calabaza, alubias, calabacín.
- Siembra a tresbolillos: es muy parecida a la siembra en hoyos, pero la gran diferencia es que no se hacen los hoyos en línea recta sino en zigzag. Nos ayudará a repartir mejor las plantas y hacer mejor uso del espacio.
Siembra indirecta
En la siembra indirecta la semilla no se ubica en su lugar definitivo, sino en semilleros. Generalmente se siembran en espacios cubiertos para que puedan resistir mejor a condiciones ambientales adversas en los primeros tiempos. Luego, cuando la planta alcanza un desarrollo suficiente para su viabilidad, tendremos que transplantarla a su emplazamiento final en el cultivo. Aspectos a tener en cuenta de la siembra indirecta:
- Se suele usar cuando las semillas son muy pequeñas, tardan en germinar o cuando las plantas que buscamos necesitan cuidados especiales.
- El semillero es una pequeña parte de la huerta que tiene buena tierra, o también puede ser una cajonera que preparamos con tierra abonada. Por lo general se colocan cerca de una fuente de agua y con alguna protección para la lluvia, viento o heladas.
- En el semillero las semillas no guardan una distancia real, ya que en este momento lo importante es la profundidad de la plantación.
- Es un método recomendado para sembrar hortalizas que requieren cuidados específicos para su germinación. Además, se recomienda para diversos tipos de pimientos, lechugas, berenjenas o tomates.

¿Por qué variar el método de siembra?
Como pudimos ver, cada método de siembra tiene características particulares y únicas, que lo hacen adecuado para determinadas especies e incompatibles para otras. Es por eso que es fundamental variar el método y utilizar la técnica correcta según el cultivo. Los métodos de siembra varían dependiendo de distintos factores:
- La semilla y su tamaño.
- El tamaño final que tendrá la planta o el tamaño de la cosecha.
- Las necesidades térmicas que tiene cada planta y la temperatura necesaria para la germinación.
- Cuál es la parte comestible de la planta: en algunas será el fruto, la hoja, raíz, etc.
Ventajas de variar los métodos de siembra
Al variar los métodos de siembra le damos a cada semilla los cuidados que necesita, lo que se traduce en múltiples beneficios:
Mayor productividad: variando los métodos nos aseguramos que cada semilla crezca en el entorno ideal para su desarrollo, reduciendo el riesgo de plagas y enfermedades. De esta manera, aumentamos las posibilidades de que las plantas alcancen su maduración sin inconvenientes y mejoramos los rendimientos de nuestros cultivos.
Reducción de costos: utilizando el tipo de siembra adecuada también reducimos el desperdicio de semillas, y vamos a necesitar menos productos fitosanitarios para su desarrollo. Esto significa un ahorro importante para nuestra economía.
Más sustentabilidad: la variación también mejora la salud de nuestros suelos, ya que evita que se agoten y conserven gran parte de sus nutrientes. Al mismo tiempo, al usar menos productos fitosanitarios disminuimos la contaminación ambiental.
Una buena siembra, el secreto para una buena cosecha
En definitiva, una buena siembra es el primer paso para tener cultivos saludables y productivos. Ya sea en grandes terrenos o en huertas hogareñas, la siembra puede ser una tarea rápida y sencilla, siempre y cuando utilicemos los métodos adecuados y preparemos el suelo para recibir las semillas.