¿Cómo influye la salinidad en los suelos agrícolas?
Se llama suelo salino a un suelo con exceso de sales solubles. La sal dominante suele ser el cloruro de sodio. Una consecuencia de la salinización del suelo es la pérdida de fertilidad, lo que perjudica o imposibilita la producción agrícola. Ahora bien, ¿cuáles son sus características? ¿Se puede lograr una recuperación de los suelos salinos? En este artículo de Rotoplas te lo explicamos.
¿Qué es la salinización del suelo?
Cuando hablamos de las características del suelo para el cultivo, uno de los atributos es la salinidad del suelo. ¿De qué se trata este concepto? Hace referencia a la concentración de sales minerales que se hallan disueltas en el agua o en el suelo en una unidad de volumen o peso. Si bien existen varios criterios para medir la salinidad del suelo, el más frecuente es la conductividad eléctrica.
La conductividad eléctrica es la posibilidad de transportar electricidad que tiene un medio material. Esto depende de cuántos iones positivos y negativos haya presentes en el terreno, y en última instancia es la forma de saber el nivel de salinización del suelo. Podemos decir que cuanta mayor sea la conductividad eléctrica, mayor será la concentración salina de ese suelo.
La salinidad del suelo puede producirse por dos fuentes: primaria o natural, y la secundaria. La salinidad primaria está asociada a las condiciones geológicas y climáticas que conforman el ambiente, mientras que, por otra parte, la salinidad secundaria es la que se produce por acción humana, como la mala gestión en las áreas de riego. Vale aclarar que la calidad del agua en función de la salinidad del suelo y sus efectos en la composición del terreno no fueron muy estudiadas en décadas pasadas.
¿Cuáles son las consecuencias de la salinidad en el suelo?
Es frecuente la pregunta de cómo influye la salinidad en los cultivos agrícolas. En primer lugar, la salinidad del suelo produce en los cultivos estrés salino. Esto significa que tienen lugar una disminución en el crecimiento y desarrollo de las plantas. Hay, en principio, dos tipos de estrés salino.
Inducción de estrés hídrico
La planta necesita conservar un gradiente entre el suelo y las hojas para absorber agua. Para ello, tiene que producir un potencial hídrico de mayor negatividad que el de la solución que hay en el terreno. Dicha situación conlleva consecuencias parecidas a las que genera la falta de agua. Las células reducen su tamaño y luego vuelven a su forma original, pero ya no con la misma velocidad en el índice de elongación.
Toxicidad ión específica
Otra forma en que afecta la salinidad de los suelos a los cultivos agrícolas, llegando en ocasiones al daño total. Es una toxicidad consecuencia de la captación y acumulación de iones que son perjudiciales y se encuentran presentes en el agua de riego.
Entre estas partículas podemos mencionar el sodio, el cloruro y el sulfato. El sodio puede inhibir la absorción del potasio por parte de la planta y, según el tipo de especie, puede transportarse hacia la parte aérea de la planta, o bien afincarse en la raíz. El sodio y el cloruro, entonces, aumentan la salinidad del suelo y resultan tóxicas para la planta. La sal percibida se acumula en las hojas más viejas, y la alta concentración se produce gracias al transporte mencionado más arriba.
¿Cómo logramos una recuperación de suelos salinos?
Si bien las plantas tienen la capacidad de adaptarse a suelos salinos, no podemos depender solo de ella. Por eso existen algunas técnicas que nos permiten corregir las concentraciones salinas en nuestros cultivos.
Recuperación por lavado
Esta técnica consiste en la aplicación continua de un volumen establecido de agua a lo largo de varios días. De esta forma, la lámina de agua se mantiene y logra que las sales drenen a capas de mayor profundidad.
Subsolado
Consiste en conseguir una permeabilidad mayor y facilitar el drenaje al evitar que las sales se acumulen en las capas de la superficie. Para esto hay que llevar a cabo una prolija preparación del terreno para asegurarnos de que haya movimiento de agua tanto en las capas profundas como en la superficie del modo más homogéneo posible. De este modo, evitamos que el suelo se compacte. Si con el subsolado no logramos la recuperación del suelo salino, procedemos a la aplicación de la próxima técnica.
Drenaje artificial
Es una técnica que se utiliza cuando el problema se origina en la proximidad de la capa freática. A través del drenaje artificial, la recuperación del suelo salino se consigue al minimizar el ascenso por capilaridad.
Al mismo tiempo, si queremos mejorar las características del suelo para el cultivo, podemos incrementar las dosis de riego para que las sales sean arrastradas y disueltas. En estos escenarios, el tipo de riego más adecuado es el riego por goteo.
Otro consejo: es mejor dejar más espacio entre los abonados que apliquemos en nuestro campo, así evitamos que se incremente la cantidad de presencia iónica que causan la salinidad del suelo. En el peor de los casos, podemos elegir el cultivo de
plantas que crecen en suelos salinos.
Otras medidas para revertir la salinización del suelo
- Costosos lavados de los suelos para lixiviar las sales.
- Cultivar plantas que toleren mejor la salinidad.
- En la planificación de los sistemas de riego modernos, este es un parámetro que se considera desde el principio.
- El uso de cultivos aptos para suelos salinos, tolerantes con una determinada conductividad del agua de riego.
- Unos niveles de lixiviación que permitan mantener los niveles justos de estas sales en el suelo.
- La utilización de ácidos en las aguas de riego, como el ácido sulfúrico, que a la vez sirve para regular el pH y la conductividad eléctrica.
- Dentro de los tratamientos físicos, el empleo de arados permite romper las costras superficiales del suelo, y, en los perfiles inferiores, deshacer la compactación.
A modo de conclusión, podemos decir que la recuperación de los suelos salinos se logra a partir del drenaje, ya sea interno o externo, abundante riego y la optimización de la estructura del terreno.
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