Cómo el Internet de las Cosas (IoT) está Transformando la Gestión del Riego

En los últimos años, la agricultura dejó de depender exclusivamente de la intuición y la experiencia del productor. Hoy, los campos están cada vez más conectados y, gracias a la digitalización, es posible acceder a información precisa sobre humedad, clima y suelos en cuestión de segundos. Este cambio no es casualidad: responde al avance del Internet de las Cosas (IoT) aplicado al manejo del riego y los cultivos.

El IoT, más que una moda tecnológica, se convirtió en un aliado estratégico en un sector donde el agua es un recurso cada vez más escaso. Con sensores distribuidos en parcelas, estaciones meteorológicas digitales y plataformas de monitoreo en la nube, los productores pueden tomar decisiones que antes requerían días de observación. No se trata solo de tecnología: se trata de una manera diferente de entender el campo.

La pregunta central ya no es “cómo funciona el internet”, sino cómo estas redes de dispositivos se integran al trabajo cotidiano del agricultor. En muchas zonas rurales todavía es necesario recurrir a soluciones alternativas, como compartir datos móviles entre equipos o sistemas que funcionan parcialmente conectados sin internet, para que la información no se pierda y llegue al productor en tiempo útil.

¿Qué significa IoT en el riego?

El Internet de las Cosas en el agro se refiere a la instalación de sensores de humedad, temperatura y presión, vinculados a una red que transmite datos en tiempo real a una plataforma digital. Allí se procesan y presentan en gráficos, alertas o recomendaciones. El concepto de información en este contexto va más allá de simples números: son datos transformados en herramientas prácticas para decidir cuándo, cuánto y dónde regar.

En términos de configuración electrónica de los elementos, los sistemas suelen incluir:

  • Sensores instalados a distintas profundidades en el suelo.
  • Medidores de caudal que registran el volumen de agua aplicado.
  • Estaciones meteorológicas locales que predicen lluvias y vientos.
  • Válvulas automáticas que regulan el riego según la señal recibida.

El coordinar significado aquí es literal: los distintos equipos “conversan” entre sí. Si el sensor detecta un nivel óptimo de humedad, la válvula se cierra automáticamente; si el clima proyecta sequía, se programa un riego anticipado.

Agricultura de precisión y agua

Uno de los aportes más claros del IoT es la llamada agricultura de precisión. Ya no se riega todo un lote de manera uniforme, sino que se aplica agua solo en los sectores que lo necesitan. Así, se reducen pérdidas por infiltración o evaporación y se logran cultivos más homogéneos.

Un ejemplo concreto: en viñedos de Mendoza se están usando sensores de humedad que permiten ajustar el riego por goteo de forma diferenciada, logrando un ahorro de hasta el 30% de agua en cada temporada. En campos de soja del litoral, la información en tiempo real permitió detectar zonas compactadas del suelo donde el agua no penetraba correctamente, ajustando tanto el riego como la labranza posterior.

¿Qué pasa cuando no hay internet?

Un desafío recurrente en zonas agrícolas es la conectividad. Muchos campos están en áreas rurales donde la señal de datos es intermitente o nula. Allí surgen soluciones creativas: redes de baja potencia como LoRaWAN, o sistemas que funcionan de manera conectada sin internet y sincronizan la información cuando el dispositivo entra en un área con cobertura.

De esta manera, los productores no quedan aislados. Incluso hay aplicaciones móviles que permiten que varios usuarios puedan compartir datos móviles en el equipo del encargado de riego, garantizando que las mediciones lleguen a la plataforma sin demoras críticas.

Beneficios concretos del IoT en riego

  • Ahorro de agua y energía al aplicar solo lo necesario.
  • Reducción de costos al optimizar el uso de insumos.
  • Mayor productividad gracias a cultivos más equilibrados.
  • Alertas tempranas frente a fallas en bombas, válvulas o cañerías.
  • Gestión remota del campo, incluso desde el celular del productor.

Estos beneficios son cada vez más valorados en un contexto donde el recurso hídrico enfrenta presiones crecientes, tanto por el cambio climático como por la competencia entre actividades productivas.

Limitaciones y complejidades

No todo es tan sencillo como instalar sensores y olvidarse. El IoT en agricultura enfrenta varios dilemas:

  • Costos iniciales: los equipos pueden resultar caros para pequeños productores.
  • Mantenimiento: los sensores requieren calibración y cuidado constante.
  • Protección de datos: el concepto de internet aplicado al agro implica manejar información sensible que podría ser mal utilizada si no se resguardan los sistemas.

Además, existe un aspecto cultural. Muchos agricultores todavía confían más en la observación tradicional que en una aplicación en el celular. La transición hacia un modelo digital exige capacitación, confianza y resultados visibles.

Argentina y el IoT

En la región pampeana, empresas de riego ya ofrecen servicios de monitoreo con IoT. En San Juan, productores de vid combinan sensores de humedad con imágenes satelitales para decidir el riego óptimo en cada parcela. En el NOA, cañaverales integran sistemas que ajustan automáticamente los turnos de riego, mejorando tanto la productividad como la conservación del recurso.

Cada experiencia aporta matices. Algunos productores señalan que la tecnología les permite “estar en dos lugares al mismo tiempo”, controlando el campo mientras viajan a reuniones o ferias. Otros remarcan la tranquilidad de recibir una notificación si una bomba deja de funcionar a las tres de la mañana.

Lo que sigue en IoT

El desarrollo no se detiene. El próximo paso combina IoT con inteligencia artificial y modelos predictivos. Estos sistemas no solo informan lo que está pasando, sino que anticipan escenarios: cuánto lloverá, cómo responderá el suelo o qué riesgo hay de estrés hídrico.

En paralelo, se avanza hacia dispositivos más accesibles, con instalación sencilla y autonomía energética gracias a paneles solares. Todo indica que el cercano significado del IoT para el agro será la masificación: que no solo los grandes productores accedan a estas herramientas, sino también los pequeños y medianos.

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