¿Qué es la agricultura de secano?

La agricultura de secano es una forma tradicional de cultivo que no requiere sistemas de riego artificial. Una práctica antigua que cobra nuevo valor.

Puede sonar a una técnica moderna, pero la agricultura de secano es todo lo contrario: se trata de una forma de cultivo ancestral, basada exclusivamente en el uso del agua de lluvia como fuente de riego. A diferencia del cultivo de regadío, dependiente de sistemas de riego artificiales, el cultivo de secano no necesita infraestructura hídrica adicional. Esta distinción fundamental define no sólo cómo se cultiva, sino también dónde y qué bajo este modelo.

La agricultura de secano sigue siendo hoy en día una práctica común en muchas regiones del mundo, especialmente en aquellas donde el acceso al agua es limitado o donde las condiciones climáticas hacen inviable cualquier tipo de riego. Su bajo costo y su vínculo con la agroecología hacen que esta técnica sea valorada no sólo por agricultores tradicionales, sino también por quienes buscan métodos más sostenibles y amigables con el medio ambiente.

Agricultura de secano: qué es y dónde se utiliza

La agricultura de secano se basa en una premisa muy simple: utilizar solamente el agua de las precipitaciones naturales. Sin riego, sin bombas, sin canales, sin mangueras. Todo depende del clima. Más específicamente, de las lluvias. Esto no implica que sea una práctica improvisada sino todo lo contrario: requiere mucha planificación.

Este tipo de agricultura es muy común en zonas semiáridas o áridas, donde el promedio anual de precipitaciones no supera los 500 mm. En Argentina, por ejemplo, se puede encontrar en áreas de la región pampeana, la Patagonia norte y algunas zonas del noroeste. España, Marruecos, México y partes de Australia también utilizan ampliamente esta técnica.

Los cultivos de secano suelen adaptarse bien a condiciones climáticas más extremas y muchas veces se asocian con prácticas agroecológicas. Esto se debe a que respetan los ciclos naturales, exigen menor intervención tecnológica y permiten un uso racional de los recursos disponibles. Existe también la posibilidad de almacenar el agua de lluvias intensas en embalses para utilizarla más adelante, aunque eso ya implica una ligera intervención externa.

La agricultura de secano es, por lo tanto, una forma eficiente de trabajar la tierra sin forzarla, adaptándose a lo que el entorno ofrece. Esa misma lógica explica por qué es tan popular en comunidades rurales que priorizan la autosuficiencia o en zonas donde el costo del riego es prohibitivo.

¿Qué es un terreno de secano?

Para entender mejor esta práctica, es importante definir qué es un terreno de secano. Se trata de una porción de tierra que no tiene acceso a riego artificial y que depende exclusivamente de las lluvias para mantener su fertilidad. En ocasiones también se lo llama suelo secano, y aunque no hay una fórmula única para determinarlo, existen ciertos factores que lo caracterizan: una capacidad media o baja de retención de humedad, escasa profundidad y, muchas veces, poca cobertura vegetal.

Estos suelos pueden parecer menos fértiles a primera vista, pero bien trabajados y con la elección adecuada de cultivos, pueden rendir de manera sorprendente. La clave está en conocer las limitaciones del suelo secano y trabajar con ellas, no contra ellas. Eso implica saber cuándo sembrar, elegir las variedades más resistentes a la sequía y usar técnicas que ayuden a conservar la humedad, como el acolchado o la rotación de cultivos.

Cultivo de secano versus cultivo de regadío

Una de las comparaciones más frecuentes es entre el cultivo de secano y el cultivo de regadío. En el segundo caso, se utilizan sistemas de riego para aportar agua de manera artificial, ya sea mediante aspersores, goteo o canales abiertos. Esta práctica es común en invernaderos y zonas con alta demanda hídrica, o para cultivos que no soportan la falta de agua.

Los cultivos de regadío permiten producir durante todo el año, pero tienen un costo mucho más alto, tanto en infraestructura como en mantenimiento. En contextos de escasez hídrica o crisis climática, no siempre son sostenibles.

Por el contrario, el cultivo de secano requiere una inversión mucho menor. No es necesaria la instalación de equipos costosos ni el mantenimiento de sistemas complejos. Esto lo convierte en una alternativa muy accesible, sobre todo para pequeños productores. También necesita menos mano de obra, ya que no es necesario controlar constantemente el funcionamiento del riego.

De todas formas, también tiene riesgos: si las lluvias no llegan en el momento justo, toda la cosecha puede perderse. Aunque sea una práctica más barata, no está exenta de desafíos.

Desventajas de la agricultura de secano

Como toda técnica agrícola, la agricultura de secano también tiene sus puntos débiles. El más evidente es la dependencia total del clima. Si las lluvias son escasas o llegan en el momento equivocado, los cultivos pueden verse seriamente afectados.

Por otra parte, las zonas de secano suelen tener suelos más frágiles o erosionables. Si no se manejan con cuidado, pueden degradarse rápidamente. El monocultivo, por ejemplo, puede agotar el suelo más rápido que en zonas de regadío.

Otra desventaja es la dificultad para escalar la producción. Mientras que con el riego es posible aumentar el rendimiento simplemente aportando más agua, en la agricultura de secano los márgenes son mucho más ajustados. Todo depende de la capacidad del suelo y del calendario de lluvias, lo que hace que muchos productores la consideren una técnica menos rentable.

Aun así, en zonas donde el agua es escasa, no hay muchas alternativas. Y bien aplicada, la agricultura de secano puede ser sorprendentemente eficiente.

¿Cuáles son los cultivos de secano?

Aunque pueda parecer limitada, la lista de cultivos de secano es bastante amplia. Entre los más conocidos se encuentran los cereales como trigo, avena, cebada y centeno. Son cultivos resistentes, capaces de desarrollarse con muy poca agua, y por eso forman parte de la base alimentaria en muchas regiones secas.

También entran en esta categoría algunas legumbres como garbanzo, lenteja, arveja y maní, que además de adaptarse bien a suelos pobres, ayudan a fijar nitrógeno en la tierra, mejorando su calidad para futuras siembras.

En el mundo de las frutas y frutos secos, el cultivo de secano tiene ejemplos interesantes como el olivo, el almendro y el nogal. Estos árboles requieren poca agua una vez establecidos y pueden crecer en suelos poco profundos y con escasa humedad.

Algunas hortalizas también pueden cultivarse en secano si las condiciones lo permiten, como el tomate, la cebolla o incluso el zapallo. Eso sí, en estos casos es fundamental elegir variedades adaptadas y tener especial cuidado con el calendario de siembra.

En resumen, son muchos los ejemplos de cultivos de secano exitosos. Lo importante es conocer bien el suelo, el clima y las variedades disponibles, para elegir con inteligencia qué sembrar y cuándo hacerlo.

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