Cómo mantener y recuperar la fertilidad del suelo
Todo productor agrícola busca la manera de maximizar los rendimientos de sus cultivos. Frente a esta búsqueda, diversas investigaciones y avances tecnológicos hicieron posible que hoy conozcamos distintas maneras de optimizar la fertilidad del suelo. En este artículo, te explicamos cómo mejorar la fertilidad del suelo, qué relación tiene la textura del suelo con la fertilidad y qué tipos de fertilizantes hay.
En primer lugar, antes de hablar de la fertilidad de la tierra es necesario remitirnos a otro concepto: la textura del suelo.
Por qué es importante la textura del suelo
A la hora de planificar el uso agrícola de la tierra y establecer su manejo, es necesario conocer la textura del suelo. Se trata de una propiedad relacionada con los procesos de degradación y posibilidades de producción. La Organización de las Naciones Unidas define la textura del suelo como el contenido de partículas de tamaños distintos como la arcilla, la arena y el limo presentes en la tierra. Esto es importante porque determina el nivel de dificultad o facilidad con que se puede trabajar el suelo, el nivel de agua y aire que puede absorber, y a qué velocidad.
Por ejemplo, los suelos arenosos pueden manejarse con facilidad, pero no tienen una buena capacidad para retener nutrientes. En cambio, los suelos limosos, al tener partículas de tamaño intermedio, aportan más fertilidad a la tierra. La arcilla, por su parte, está compuesta por partículas muy finas, por lo que, si hay abundantes lluvias, el agua no es absorbida y se genera barro. A su vez, la arcilla es, por su textura, un suelo fértil, pero tampoco debe estar muy seca si se quiere trabajar con facilidad.
La textura de la tierra es importante a la hora de pensar en la fertilidad del suelo, sobre todo porque ciertos cultivos prefieren determinadas texturas de acuerdo con la relación que se establece con el nitrógeno. Si hay exceso de humedad, el ingreso de aire en el suelo decrece y se producen pérdidas de nitrógeno. La papa, por ejemplo, deforma el tubérculo en suelos de arcilla.
Cömo mantener la fertilidad del suelo
A la hora de mantener y recuperar la fertilidad del suelo, se nos presentan varias opciones. En primer lugar vamos a abordar las vías menos invasivas para fertilizar la tierra, y luego hablaremos de los fertilizantes y su capacidad para añadir fertilización al suelo.
En primer lugar, es necesario no perder de vista que la fertilidad del suelo procura optimizar la eficacia de los nutrientes para que estos mejoren los niveles de producción de los cultivos. Hay dos vías para llevarlo a cabo: a través del uso de leguminosas, que mejora las propiedades del suelo porque añade nitrógeno de manera natural, y el uso de fertilizantes químicos.
Cultivar legumbres
La ventaja del cultivo de legumbres es que permiten fijar el nitrógeno atmosférico, y de esta manera disminuye el uso de otras sustancias que aportan nitrógeno de manera artificial, con lo que contribuye al cuidado del suelo y al mismo tiempo fertiliza la tierra. Así se cultiven para obtener semillas, como abono verde, como pasto o como unidades agroforestales, las legumbres son una buena opción para optimizar los componentes del suelo de forma natural.
De hecho, las leguminosas, por su capacidad para fijar el nitrógeno, son un pilar clave en los sistemas agrosustentables. En específico, el nitrógeno 15 permite una relación fluida entre los diferentes componentes del suelo en los sistemas agrícolas. Ya sea con abono verde o con leguminosas, el suelo se fortalece por el aporte de nitrógeno del aire.
A nivel general, otra forma de que la fertilidad del suelo pueda incrementarse es incorporar cultivos de protección, también llamados cultivos de cobertura. Estos presentan la ventaja de que aportan materia orgánica al suelo, optimizando su estructura y fomentando la conformación de un suelo fértil y saludable.
¿Qué es un fertilizante?
En cuanto a las formas de fertilizar el suelo, una de las alternativas más célebres son los fertilizantes. ¿De qué se trata? Son composiciones que pueden ser naturales, químicos o caseros, de origen que puede ser animal, vegetal, mineral o sintético, que vuelven al suelo más fértil porque le añaden componentes nutritivos. Con frecuencia, los fertilizantes minerales y sintéticos son utilizados en cultivos intensivos.
De esta forma, el productor cuenta con los fertilizantes como herramientas para potenciar la fertilidad del suelo, y a su vez puede usar coadyuvantes para incrementar su efectividad.
Tipos de fertilizante
Los fertilizantes clásicos son líquidos orgánicos, pero desde hace varios años se encuentran disponibles los fertilizantes químicos e industriales. La composición del producto varía de acuerdo a lo que los cultivos requieran, y de ese factor depende la cantidad de producto que debe utilizarse para fertilizar el suelo. Para no cometer errores, es necesario conocer primero las condiciones y propiedades de la tierra con un diagnóstico de fertilización.
Entre los tipos de fertilizantes, existen dos grandes grupos:
Fertilizante Químico
Son productos artificiales que se fabrican en base a materiales de origen animal, vegetal, mineral o sintético. Es posible fabricar sustancias realmente efectivas que logran combinaciones de nutrientes útiles para fertilizar el suelo. Se pueden almacenar en tanques de fertilizante líquido Rotoplas, ya que son recipientes seguros y sellados, lo que evita el peligro de derramamiento o filtración.
Este tipo de fertilizantes, al ser fabricados por el ser humano, no son naturales y podrían, en caso de no ser testeados previamente o de uso excesivo, causar daños en los cultivos o en la región a largo plazo. Por ejemplo, podrían alterar la calidad del agua presente en las napas subterráneas. Por eso, es necesario usar estos productos a consciencia, o, si es posible, elegir alternativas menos invasivas.
Fertilizante Orgánico
Los fertilizantes orgánicos son aquellos que están compuestos por materia natural. Por ejemplo, el estiércol resultante de la ganadería es un fertilizante natural. También se puede conseguir a partir del compostaje. Ambas posibilidades son beneficiosas para fertilizar el suelo y también para mejorar sus composición. Se suelen aplicar en cultivos pequeños o medianos.