Qué son las retenciones al campo o retenciones agropecuarias
Desde el siglo XIX, en la Argentina existe el sistema de retenciones a las exportaciones, un impuesto a la exportación que debe pagar el sector agropecuario. El impuesto a las importaciones y exportaciones existe en muchos países del mundo, y en Argentina su implementación fue evolucionando con diversas polémicas.
La famosa Resolución 125, propuesta por el gobierno de Cristina Kirchner durante su primera presidencia, buscaba establecer un nuevo sistema de impuesto de valor móvil a las exportaciones del sector agropecuario. A partir de entonces, si bien dicha resolución no fue aprobada, hubo varios cambios en las retenciones al campo.
En este artículo te comentamos de qué se tratan las retenciones al campo, en qué estado se encuentran en la actualidad y cuáles son las ventajas y desventajas marcadas por los distintos sectores que polemizan en torno a las retenciones agropecuarias en Argentina.
Retenciones a las exportaciones
Argentina es de los países que mayor carga fiscal aplica a la recaudación por medio de exportaciones de bienes y servicios. El impuesto a la exportación se aplicó desde el siglo XIX y afectó a los sectores terratenientes del país. Estas medidas impositivas, mal llamadas retenciones agropecuarias, pero que reciben el nombre de Derechos de exportación, han llevado a polémicas, controversias y sectorizaciones políticas desde hace tiempo. Hay quienes defienden el impuesto a las exportaciones y hay, por otro lado, quienes se encargan de remarcar sus desventajas.

¿Para qué sirven las retenciones agropecuarias?
En Argentina, debido a su tardío desarrollo industrial, que nunca logró la importancia que tiene el sector agroexportador desde los comienzos del desarrollo económico nacional, los campos y los recursos naturales agrícolas y ganaderos son la gran fuente de ingreso de divisas al país. El modelo agroexportador data de largos años y, a la par, las tierras no fueron repartidas de manera equilibrada desde sus comienzos. Los latifundios argentinos tienen una historia de años, en los que la herencia y la apropiación de muchísimas hectáreas por parte de los sectores pudientes redundó en un desequilibrio económico que se mantiene hasta nuestros días.
Desde este punto de vista, los partidarios de las retenciones agropecuarias sostienen que estas sirven para aportar un equilibrio a través de los aportes impositivos de la población más pudiente. El gasto público requiere de impuestos, y la redistribución de la riqueza está lejos de lograrse. En términos agropecuarios, la gran diferencia económica se da entre el sector agrícola general y el sector agrícola pampeano. Luego del boom de la soja, esta diferencia se acrecentó, por lo que las retenciones a la soja siempre son las más altas. Si bien muchos pensaban que el avance tecnológico pondría al sector industrial a la cabeza de la productividad, no se tuvo en cuenta que dicho avance tecnológico también favoreció al campo.
No debe pensarse que el sector agropecuario argentino no hace sus aportes al país:. gran parte del PBI es aportado por las exportaciones de carnes y vegetales al resto del mundo, pero es el Estado quien debe regular los impuestos a las exportaciones para que dicha ganancia no se convierta simplemente en la riqueza de unos pocos sectores privados, sino que además, traiga beneficios al resto del país, teniendo en cuenta que la producción de alimentos del sector agropecuario equivale a la alimentación de 400 millones de personas y que en Argentina muchos sectores sufren de pobreza y desnutrición. Visto de esta manera, se nos plantea un panorama de injusticia que las retenciones agropecuarias tienen la función de aplacar.

Desventajas de las retenciones agropecuarias
Muchos critican esta medida debido a que las retenciones a las exportaciones se calculan solo sobre el valor de la venta, y no tienen en cuenta los costos de la producción. Se habla de una falta de incentivo a la producción agrícola que termina afectando las inversiones del sector agropecuario en exportaciones. Con falta de exportaciones y teniendo que importar gran parte de los productos industrializados, el riesgo de déficit se hace evidente.
Además, se ha criticado la aplicación de las retenciones y de los impuestos a la exportación sin diferenciación de las pequeñas empresas y las grandes productoras y latifundios argentinos. Es decir, el mismo impuesto afecta a sectores muy diferenciados en cuanto a su ventaja económica. Por otra parte, muchas veces se piensa que las retenciones son el único impuesto que deben pagar los productores agrícolas, cuando existen otras alícuotas además del impuesto a la exportación. Por último, la falta de previsibilidad en los cambios de la aplicación de las retenciones agropecuarias genera un desincentivo a la inversión. La baja de las exportaciones por estos motivos puede dar lugar a la pérdida de mercado.

Las retenciones agropecuarias en la actualidad
Más allá de la historia previa de las retenciones al campo, a partir de la vuelta de la democracia en Argentina, las retenciones agropecuarias sufrieron cambios bruscos y extremos. Las retenciones a la soja alcanzaron sus puntos máximos en 1989 y en 2008. Las retenciones agropecuarias en general bajaron durante los gobiernos de política económica liberal, que buscaban la entrada de divisas al país, en consonancia con su plan de convertibilidad y el 1 a 1. Pero luego de la crisis del 2001, la polarización socioeconómica del país reclamaba medidas. Una de las medidas, luego de la asunción de Nestor Kirchner, fue la suba de las retenciones agropecuarias.
Las retenciones agropecuarias sufrieron una gran baja durante el gobierno de Carlos Menem. Luego del 2002, comenzaron a subir con algunas variaciones. El gobierno de Mauricio Macri, en 2015, eliminó las retenciones de varios sectores, como las retenciones de trigo, maíz y girasol. Las retenciones a la soja bajaron del 35% al 30% y luego continuaron bajando hasta alcanzar el 26%. Las retenciones a la soja en el gobierno de Fernández volvieron a crecer hasta alcanzar un 33%. También se volvieron a aplicar retenciones al trigo, al maíz y al girasol, que alcanzaron un 12%. Actualmente el girasol tiene unas retenciones del 5%.
Los derechos de exportación
Como hemos mencionado, lo que se conoce corrientemente como retenciones a las exportaciones agrícolas, o sencillamente retenciones agrícolas, son los llamados “derechos de exportación”. Es decir, “derechos de exportación” en Argentina es el nombre legal de este tipo de impuesto agrícola que se aplica sobre la venta de determinados bienes o productos a compradores extranjeros. Se trata del tributo que deben pagar aquellas personas que pretendan exportar determinados productos, para ganar el derecho a hacerlo.
Aunque los derechos de exportación de granos son posiblemente los más renombrados, en particular desde el llamado “boom sojero” en adelante, los granos no son el único tipo de producto que debe pagar este gravamen. Estos tributos que son los derechos de exportación se incluyeron en las reglamentaciones tributarias a nivel nacional en el año 2002, y alcanzan a una multitud de productos, de los cuales carnes, aceites, oleaginosas y cereales son sólo algunos. De hecho, más allá de las retenciones a las exportaciones agrícolas, también pagan derechos de exportación de Argentina productos como el gas, el petróleo crudo y sus derivados.
Cómo se define el gravamen
El coeficiente de derechos de exportación varía según el tipo de producto gravado, y también varía de acuerdo al precio internacional del producto en cuestión, y por los volúmenes declarados por el productor. El importe exacto del tributo se desprende de un cálculo porcentual sobre el valor de la pretendida exportación. Para esto se recurre a lo que se suele llamar “precio FOB oficial”, y por eso se puede decir que estos impuestos agrícolas en Argentina son ad valorem, es decir que están sujetos al valor del producto y no están fijos ni estancos.
La sigla FOB se desprende del inglés “free on board”, y quiere decir que la mercadería es puesta “a bordo” para ser exportada libre de todos los gastos, impuestos, derechos y seguros de riesgo, que corren a cuenta del vendedor. El precio FOB oficial, entonces, es un índice promediado generado por el Ministerio de Agricultura, que para dicho cálculo tomará en consideración los relevamientos día a día del sector. Oficializar un precio FOB y usarlo como referencia para la definición de retenciones agrícolas permite unificar los niveles de carga impositiva, pero también impide (o al menos reduce las posibilidades de que ocurra) que se subfacture la exportación.
¿Cuál es la finalidad de los derechos de exportación?
Contra lo que suele creerse, la finalidad de los derechos de exportación nunca es una sola. Desde luego, una de las motivaciones principales de los impuestos agrícolas en Argentina, así como de cualquier impuesto, es nutrir las arcas del Estado; es decir, se trata de una motivación de orden fiscal. Sin embargo, muchas veces la actividad impositiva repercute en la economía de un país mucho más extensamente de lo que se cree. En primer lugar, a los fines de la distribución y redistribución del ingreso son muy importantes, ya que permiten una relativa transferencia de los productores (frecuentemente concentrados) a los consumidores, y también del interior del país, fuertemente productivo sobre todo en la región pampeana, a las zonas donde se encuentra centralizado el consumo.
Las llamadas “retenciones”, entonces, cumplen un rol ciertamente regulatorio y distributivo en la economía de nuestro país. Es por este motivo que, si bien corresponde discutirlas y revisarlas a los fines de que sean lo más justas y eficientes posible, no se las puede considerar medidas transitorias mientras la Argentina sostenga su actual matriz productiva agroexportadora. Los derechos de exportación son una de las herramientas fundamentales que tiene el Estado para promover la generación de empleos y una distribución del crecimiento sostenible y pareja.
Entre otras cosas, este tipo de impuestos busca, entre otras cosas, contener los precios al interior del territorio nacional y promover el comercio interno, tentando a los productores a destinar parte de su producción a abastecer al mercado de consumo local. Esto puede ayudar a proteger los salarios en general. A su vez, como las retenciones agrícolas apuntan al sector más potente de la economía nacional, permiten aliviar las presiones impositivas de otros sectores que históricamente han tenido más dificultades para desarrollarse, o que han afrontado avatares y altibajos en las últimas décadas, como el sector industrial.

¿Por qué existen las retenciones al campo?
Si bien, como mencionábamos, el sector agropecuario no es el único que debe pagar derechos de exportación, sí tiene cierta preeminencia entre las actividades gravadas con este tipo de impuesto, y esto responde a varias cuestiones, algunas de las cuales acabamos de anticipar. Como mencionábamos, el sector agrario de la región pampeana es capaz de un nivel de productividad mucho más alto (en parte por sus cualidades naturales, en parte por el tipo de cultivos y de explotación que se hace de la tierra) que la industria en sus circunstancias actuales.
Ocurre, además, que muchas veces el gran crecimiento industrial, de la mano de desarrollos tecnológicos, nutre también de gran crecimiento al sector agropecuario. No olvidemos que, aunque sea muy corriente pensar la agricultura y la industria como actividades opuestas, el presente de la agricultura tiene muchísimo de desarrollo industrial y técnico. Así es que, contra lo que solía creerse de que las distancias entre la productividad de uno y otro sector se achicarían a fuerza de desarrollo tecnológico del sector industrial, lo que finalmente ocurrió es que el sector agrario también se ha venido desarrollando industrialmente. Gracias a innovaciones que van desde novedosas técnicas de cultivo hasta la adopción de máquinas variadas y la tercerización de procesos, la producción agrícola se ha vuelto más y más capitalista, y su rendimiento por hectárea ha crecido exponencialmente.
La conclusión parcial de esta situación es que, finalmente, las retenciones al sector agropecuario, o más precisamente a los productos de mayor rinde, permiten desplegar una necesaria recaudación fiscal sin ahogar o presionar demasiado a sectores que no son tan pujantes en este momento, o que no han sido apoyados, apuntalados o favorecidos por los avatares micro y macroeconómicos de los últimos años.
Tipos de retenciones
Más allá de que son las más conocidas, las retenciones al agro no son las únicas retenciones que existen. Las retenciones, al igual que las percepciones, son herramientas de las que un gobierno puede disponer para regular las distintas modalidades de comercio, y para ejecutar políticas públicas que puedan requerir financiamiento, como hemos mencionado anteriormente. En ambos casos, podemos decir de percepciones y retenciones, que son impuestos pagados “por adelantado”. Dentro de esta categoría entran los siguientes impuestos, entre otros: el Impuesto al Valor Agregado (también conocido como IVA), los Ingresos Brutos, el impuesto a las Ganancias y a los Bienes Personales, y los impuestos de Cargas Sociales.
La diferencia principal entre las retenciones y las percepciones es que estas últimas representan un monto adicional que se suma al monto de compra, mientras que la retención es un valor que se resta directamente del valor de venta. Es decir, la percepción la paga quien compra, y la retención la paga quien vende.
Retenciones de nóminas
Como anticipábamos, para entender qué son las retenciones tenemos que saber que existen muchos tipos más además de las retenciones a la soja, o incluso que las retenciones a las exportaciones en general. Hay retenciones que no tienen nada que ver con un impuesto al campo. Las retenciones de nóminas, por ejemplo, son aquel impuesto que se descuenta automáticamente del salario de un empleado antes de que éste lo reciba. En general, este descuento se debe al cumplimiento de las obligaciones fiscales del empleador y a la cobertura de la seguridad social del empleado. Una vez aplicado el descuento, se obtiene lo que se conoce como salario neto, salario “de bolsillo” o “a pagar”.
Retenciones de alquileres
En el caso de los propietarios de viviendas en alquiler, ellos tienen la obligación impositiva (que es la retención) siempre que sus inquilinos se desempeñen en alguna actividad económica para vivir.
Retenciones profesionales
Aquellas personas que se desempeñan profesionalmente están sujetas a retenciones de acuerdo a lo que facturan. De este modo, el llamado “importe neto” guarda una diferencia en relación a los valores facturados, y esa diferencia es la retención.
Impuesto al Valor Agregado
Igual de conocida que son las retenciones a las exportaciones es el llamado IVA, el Impuesto al Valor Agregado, que resulta ser también un tipo de retención. Lejos de las retenciones al agro, donde como veíamos, el impuesto lo pagan los productores, que en última instancia generan ganancias, el IVA lo pagan los consumidores, universalmente, sin distinción de ingresos ni consumos. Es por este motivo que el Impuesto al Valor Agregado es considerado uno de los más regresivos del sistema de recaudación fiscal argentino.
En definitiva, lo que se desprende de este pequeño muestreo de los distintos tipos de retenciones que hay, es que las retenciones a los productos agropecuarios son sólo una de las muchas existentes. Esta realidad quizá matice un poco el argumento contra las retenciones que plantea que las exportaciones agropecuarias argentinas son prácticamente las únicas que generan el ingreso de divisa extranjera y que, principalmente, los grandes productores agropecuarios son los únicos que pagan impuestos. Queda a la vista que esto no es así, aunque sí es cierto que el sistema de recaudación fiscal argentino es perfectible y podría ser más justo y redistributivo.

Efectos de las retenciones a las exportaciones
Los efectos que se pueden desprender de la implementación o suba de retenciones al campo pueden ser positivos y negativos simultáneamente, dependiendo de qué intereses se tenga en cuenta. A continuación listaremos algunos de esos efectos.
- Incremento de los ingresos fiscales: la implementación de retenciones a las exportaciones genera ingresos adicionales a las arcas del Estado, y estos ingresos adicionales pueden servir para financiar programas sociales, infraestructura u otras necesidades sociales. En este sentido es que a veces se dice que “cultivar el suelo es servir a la patria”: no sólo los cultivos nacionales pueden alimentar al pueblo argentino, sino que también la recaudación del campo argentino puede abonar al bienestar de la población.
- Control de la inflación: el impuesto a la exportación puede en ocasiones desincentivar las exportaciones, lo que puede ayudar a controlar la inflación al reducir el caudal de productos que se venden en el exterior. Esto también puede redundar en que se fortalezca el mercado interno, puesto que permite garantizar un suministro adecuado de determinados bienes, y evitar la escasez y los aumentos desproporcionados de precios.
- Desincentivo a la inversión: este es uno de los efectos negativos que pueden tener, por ejemplo, las retenciones a la soja, ya que al reducirse el margen de ganancia, algunos productores podrían decidir no invertir o invertir menos en la producción. Esto podría afectar negativamente el desarrollo tecnológico, de infraestructura y capacidad productiva.
- Desequilibrios comerciales: se trata de otro de los posibles efectos negativos. Si las retenciones afectaran especialmente a unos sectores, como la agricultura o la industria, y a otros no, podrían generar una disminución de los ingresos por exportaciones y un aumento de las importaciones para satisfacer la demanda interna, y esto produciría a su vez dicho desequilibrio comercial.
- Impacto en la competitividad internacional: el costo de las retenciones a los productos agropecuarios argentinos podrían reducir la competitividad de dichos productos en los mercados internacionales al aumentar su precio de venta.
¿Retenciones, para qué?
La recaudación de las retenciones en Argentina puede destinarse a múltiples fines, tales como la inversión pública en sentido amplio (financiamiento de obras de infraestructura, educación, salud, seguridad social, servicios públicos), la puesta en marcha de planes sociales para la asistencia y contención de quienes más lo necesiten (cubriendo, por ejemplo, subsidios alimentarios, programas de vivienda social y pensiones), la reducción del déficit fiscal y el fortalecimiento de inversiones productivas y de modernización que impulsen el crecimiento económico del país (apoyando a sectores clave de la producción y promoviendo la innovación y el desarrollo tecnológico). Incluso, en algunos casos, el campo con retenciones colabora en el pago de deudas públicas, ayudando a mantener la estabilidad financiera y a garantizar el acceso a financiamiento en los mercados internacionales.