Recomendaciones para la conservación de forrajes
Ante la frecuente pregunta de qué es el forraje, la respuesta es simple: se trata del alimento de los animales. De hecho, la producción animal depende íntegramente del forraje. Ahora bien, este alimento no se mantiene estable en el tiempo: a lo largo del año, la producción de forrajes sufre cambios y alteraciones que dependen de varios factores.
Algunos de ellos son: el tipo de crecimiento del forraje utilizado, las condiciones del clima y la presencia o no de plagas y enfermedades. La conjugación de estos factores resulta en una buena disponibilidad en primavera y verano, estaciones en las que, de hecho, la producción de forraje es mayor al consumo de los animales, mientras que en otoño e invierno en los que el consumo supera a la producción, la disponibilidad no alcanza.
Sin embargo, para obtener una buena producción de carne y leche, hay que proveer a los animales de pasturas y forrajes de calidad, con regularidad y según sus necesidades. Así se evita el riesgo de que en invierno se pierdan los kilos obtenidos durante el verano. Frente al problema de lograr regularidad en una producción que varía a lo largo del año, hay dos formas de mantener la producción de pasturas y forrajes en niveles deseables.
La primera consiste en cambiar el manejo de los animales para que coincidan las necesidades del rodeo con la época de producción de pasturas. La segunda consiste en alterar el manejo de los forrajes para ganado de modo que se pueda guardar el sobrante para la época de “vacas flacas”.
Como en tantos otros aspectos de la agroindustria, el proceso de conservación de forraje no es tan simple. Hay al menos dos tipos de conservación, y para cada uno hay recomendaciones y riesgos a evitar. En este breve manual de forrajes, Rotoplas Agroindustria te muestra cuáles son y cómo obtener una buena conservación de forrajes.